Aterrizando en un primer día de clase

Estamos ante un primer día de clase y nos sentimos algo nerviosas. Pepi lo tiene claro: va a iniciar la clase con los nombres de los alumnos y luego propondrá algunas actividades para que empiecen a conocerse y a relacionarse. Tampoco olvidará dar algo de información sobre ella: “esto es siempre muy agradecido por los estudiantes”. Luci, por su lado, va a hablar de ella lo más posible, considera que es bueno que todos sepan quién es y a qué se dedica, sus gustos y sus intereses a corto, medio y largo plazo. Por último, Bom se siente un poco perdida, “¿quién me habrá llamado a mí por esta senda? A ver, por dónde empiezo…, bueno, les enseño el abecedario y comienzo si acaso ya con los presentes para no perder tiempo”.

Pero, ¿me puede alguien decir por dónde empezar?

Ante la expectación de los alumnos,

¿Cómo hacer un buen aterrizaje con un grupo nuevo?

Los primeros minutos en la clase son importantes: algo que los estudiantes siempre van a recordar. También van a marcar, en gran medida, la forma en la que nosotros vamos a llevar la clase a lo largo del curso. Estudios apuntan a que el profesor que no utiliza “dinámicas de aula” el primer día de curso, es bastante improbable que las utilice con posterioridad.

Es fundamental que nos hagamos siempre dos preguntas:

a) ¿Cuáles son mis objetivos en la clase de hoy?

b) ¿Cómo los voy a conseguir?

Los objetivos que voy a perseguir en un primer día de clase podemos resumirlos en cinco:

1. Que el grupo empiece a conocerse entre sí y a nosotros mismos: nombres, gustos, información personal, etc.

2. Que el grupo comience a relacionarse, ir “haciendo grupo”. Fomentar la cohesión grupal desde el primer momento: que todos, en la medida de lo posible, participen y colaboren en la clase.

3. Propiciar un ambiente afectivo, de seguridad y confianza, en el que el alumno se sienta cómodo (y por qué no, querido) desde el minuto cero.

4. Empezar a saber acerca de los objetivos de los estudiantes del grupo y de sus necesidades: ¿qué clase tenemos ante nosotros?, ¿para qué necesitan la lengua que van a aprender? (¿Son acaso Erasmus que van a querer entenderse con el mundo los fines de semana?; ¿son jubilados ingleses que querrán saber manejarse en la consulta médica o en el centro social? ¿O quizás son un grupo de magrebís que han venido en busca de un futuro mejor?). Diferentes objetivos para diferentes necesidades.

5. Ir averiguando juntos cuáles son las formas y estilos de aprendizaje más comunes entre nuestros estudiantes: quién más visual, quién más auditivo, quién más kinestésico, quién un poco de todo…

A los temas de los puntos 4 y 5 nos iremos acercando poco a poco. Es necesario que demos tiempo a los alumnos para que conozcan nuestra forma de actuación y manejo de la clase, y que perciban que es útil y eficaz para su aprendizaje.

Desde nuestro punto de vista, Pepi va bien encaminada; a Luci le diríamos que tuviera en cuenta que los protagonistas en el aula son los estudiantes y que, por lo tanto, son los que necesitan todas las oportunidades para practicar la lengua. Y a Bom…, que nos siga con entusiasmo.

En el siguiente post hablaremos de cómo conseguir los objetivos de los que hemos hablado y os propondré algunas actividades que siempre funcionan en un primer día de clase.

 

 

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